sábado, 25 de julio de 2009

Puertas (migraciones)



Puertas (migraciones)
Hace cincuenta y seis años era un hombre joven.
Era un hombre joven que, con sus deseos de mejora, había dejado, junto a otros jóvenes, su aldea natal en la montaña cántabra. Buscaban otra vida, otra situación social, otra economía.
Con sus deseos de mejora dejaba ahora el pueblecito del valle del Rudrón, en el que se detuvo un tiempo, para trasladarse a la ciudad. Le acompañaban una mujer, también joven, que compartía sus deseos, y un niño de dos años. Habían vendido vacas y ovejas; abandonaban las tierras y las huertas. Buscaban una puerta para entrar en la ciudad. Una puerta, por la que al cruzar, dejaran atrás el mundo agrícola y les diera acceso a una nueva vida, una nueva situación social, una nueva economía.
La ciudad a la que llegaron, como todas, estaba llena de puertas. Y tras una de ellas, puerta de la fotografía que nos acompaña, organizaron un pequeño negocio, modesto, pero en el que confiaban para que les abriera el camino de una nueva vida, una nueva situación social, una nueva economía.Y se afanaron, como las hormigas de los campos que habían abandonado, en conseguir, con sus deseos de mejora, el cambio para ellos y para su hijo, con ilusión.
Una noche, vísperas de una Navidad, dos años más tarde, fueron otras gentes quienes, forzándola, entraron por esa puerta. Salieron llevándose consigo todo cuanto encontraron tras ella. El pequeño negocio, aún modesto, quedo vació de géneros. Nunca se aclaró el suceso, las puertas son de entrada y de salida. También se llevaron una ilusión.
Cincuenta y seis años después la puerta sigue allí, tal y como quedó aquella noche. Testigo mudo.
3 de junio de 2008

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