He querido iniciar este blog el mismo día que mi ciudad de residencia, Burgos, estrena estación de ferrocarril y nuevo trazado ferroviario circunvalando la ciudad. Desde hace unos diez años ha sido una gran polémica: primero la definición de la obra, soterramiento o circunvalación; después su ejecución, retrasos, incremento de su coste, etc. Y no acaba, la polémica, ni una vez acabada la obra: que si está lejos, que si está mal comunicada, que...
Lo de lejos depende desde qué otra parte de la ciudad se mire ¿o no?
Lo de mal comunicada, si se refiere al transporte urbano, puede que haya razón y que el servicio, que hoy mismo se ha iniciado, sea deficiente. ¿Pero, era mucho mejor el servicio a la antigua estación para todos los burgaleses?
No voy a continuar por ahí, no quiero entrar en esas discusiones, lo que quiero es ver otras cosas, fundamentalmente la gran oportunidad que para Burgos nace hoy.
Desde 1860, creo, el ferrocarril ha trazado una gran cicatriz sobre la ciudad de Burgos. Cicatriz que ha ido creciendo según crecía la ciudad. Cicatriz ensangrentada muchas veces con las muertes de ciudadanos. A pesar de esta cicatriz, siempre molesta, dolorosa en muchas ocasiones, que discurría (discurre aún, aunque sin tráfico ya) atravesando la ciudad a lo largo de ocho kilómetros, la ciudad parecía construida de espaldas al tren. Ahora es la oportunidad de que Burgos mire al tren y que para el futuro las vías no sean una cicatriz. Hay que mirar al tren de frente como una parte más del extrarradio de la ciudad y procurar integrarlo bien.
Por otra parte hay que integrar en la ciudad los espacios que van a dejar las vías. Hay un gran proyecto, firmado por famosos arquitectos internacionales..., confiemos.
Inicio hoy este blog, día importantísimo para Burgos, día en que se abren grandes oportunidades para la ciudad con la idea de abrir una oportunidad para mi mismo. Aprovechar para nuevos viajes.
